Salte la navegación

Monthly Archives: septiembre 2012

Seré claro y directo, porque esto me está comiendo por dentro.

Por una conunción de circunstancias, estoy conociendo gente nueva y variada. Por ahora, todos (debo ser un afortunado en este aspecto), son gente genial y espero que se conviertan en grandes amigos.

Me gusta conocer gente nueva. Me gusta enfrentarme sin miedo (aunque con cautela) al inicio de nuevas relaciones sociales. Y resulta que no lo vi venir cuando, hace apenas unas tres horas, volvía de una de estas situaciones pensando en que no quería volver. Quería seguir con la otra persona, conocer más expresiones, gestos, puntos de vista… Obviamente es una visión idílica fruto de la mezcla entre un excelente comienzo, un final impuesto por obligaciones y cierto comportamiento entre ambos de que el adiós significa «hasta nunca».

Y ahora es cuando pienso que ojalá no hubiera gente tan sumamente agradable.

Pero ya me sé el final. Llevo horas tratando de evadirme haciendo otras cosas. Hoy pasaré el día pensando de forma recurrente en situaciones vividas durante las pocas horas que estuvimos juntos y qué más podría haber hecho para agradarla. Mañana, las cosas más banales me recordarán a ella, sonreiré sin importar donde me encuentre y un segundo después, mi sonrisa se desdibujará. Porque no es agradable. Tal vez, con un poco de suerte, pasado sea parte de mi historia personal, recordaré sin miedo y sonreiré largamente.

Y será entonces cuando piense que soy tremendamente afortunado de conocer a gente tan sumamente agradable.

Pero aún no. Hoy, me siento envenenado de amabilidad, adorabilidad y agradabilidad (sic.).