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En mi mundo de cordura, una habitación a oscuras, todo me es familiar pese a las tinieblas. Sé los pasos exactos que hay entre un razonamiento y otro y soy capaz de caminar a buen paso sin tropezarme contra sus esquinas. A veces me apetece pararme en uno en concreto y acaricio su barnizada superficie mientras sonrío complacido con una sonrisa invisible.

Pero todo se desmorona cuando este impulso irracional me llama a quemarlo todo y huir hacia ese lugar, lejos de esa habitación, para vivir a cielo abierto, en un mundo de luz, donde la única oscuridad sea la de mi sombra proyectada por el sol, que brillará en un cielo inmenso, despejado y tremendamente azul. Tranquilizadoramente azul en un nuevo espacio tranquilizador.

Sumido en estos pensamientos, ceso mis caricias al objeto inanimado. Sé que eso de ahí afuera no es así, como yo lo imagino. Lo sé porque a veces me arrodillo y miro por la cerradura de la puerta y veo que a veces el cielo es azul, pero a trozos, ya que lo tapan nubes blancas, grises o negras. Que el sol brilla, sí, pero a veces sale la luna. Que el espacio a cielo abierto puede convertirse en el más pequeño de los huecos claustrofóbicos si llueve, ya que no hay cobijo.

He ahí mi dilema.
Estoy feliz en esta habitación, pero el anhelo por el exterior es cada vez más fuerte y hace que no disfrute de la felicidad presente pensando en cómo sería mi realidad en ese otro lado.
Sé que ese lugar que obsesiona mi cabeza existe, pero sé también que no es tal y como me lo imagino, porque no hay ningún lugar perfecto, y el que me visita de vez en cuando, petando en las puertas de mi atención, es demasiado perfecto.
La cuestión es, ¿tomaría esas imperfecciones como maldiciones que me atormentaran todo el tiempo o, por el contrario, las sabría aceptar, convirtiéndose así en una realidad cotidiana que me satisfaría por completo?

Creo que la clave está en probar.

Las experiencias enriquecen a las personas y las dota de criterio.

Para decidir, he de ver. He de ir.

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Now playing: Sigur Ros – Untitled
via FoxyTunes

Hola:

En principio, sólo diré que es un traslado a otro país. No es un viaje, porque eso se vincula más con el turismo. No es turismo lo que pido, es vivir allí. Meterme de lleno en su cultura. Ser un extranjero, pero uno más.

¿Desde cuando? Desde hace años. Siempre me llamó la atención. Si bien antes lo veía como algo curioso, de un día para otro (literalmente) una necesidad imperiosa me atenazó el corazón: debía ir allí. Tenía que ir allí. Dormí, y al día siguiente sólo pensaba en irme allá. Durante días me dormía esperando que esa necesidad se desvaneciese pero al contrario, se fue haciendo cada vez más fuerte. Y esos días se convirtieron en una semana y algo, que se me hizo un infierno. Lloré. Lloré desconsolado mientras me preguntaba qué me pasaba, qué hacía y porqué. Lloré después de años sin hacerlo y sin tener la necesidad.

Lo hablé con la persona que debía (aunque tal vez en un momento no muy adecuado) y eso me salvó de internarme voluntariamente en un manicomio. Y esa persona, en contra de lo que pensaba, me apoyó. Yo, que le contaba toda esa locura entre lágrimas, paré de repente de sollozar. Una agua tibia bañó mi interior desde la garganta hasta el diafragma, limpiando todo los nudos, dolores y agarrotamientos. Era paz y tranquilidad. ¿Que quería hacerlo?, pues hazlo. Así de sencillo. Así de tranquilizador.
Muchas gracias. Muchísimas gracias a ti.

Ahora ya estoy mejor. De vez en cuando tengo algún día en el que la impaciencia me corroe y el llanto asoma. En esos momentos recuerdo que si quiero hacerlo, puedo, ya que tengo posibilidades y medios para ello. Y no estoy parado: ya he comenzado este largo (para mí infinito) camino de al menos dos años.

Estoy expectante. No sé qué pasará. No sé si durante este tiempo futuro todos los pasos que tengo previsto dar para poder realizar mi Proyecto se realizarán sin problemas. No sé si seré capaz de superarlos. No sé si, de la misma forma que vinieron estas ansias, se marcharán. No sé si al final serán tres, cinco, ocho o diez años. No sé si, en el caso de que llegue allí será lo que yo creía, si me echaré las manos a la cabeza preguntándome en qué diablos estaría pensando cuando planeé esto, cómo había malgastado esos años de esa forma. No sé ni porque me siento así. No sé cual es la razón exacta que me desazona de tal forma.

Sólo sé que tengo que ir.

Espero que lo entendáis.

Atentamente,

Yo